Ford Modelo AC de 1904

El primer Ford en México. Imagina el año de 1904: calles de tierra, tranvías que conviven con caballos y de pronto aparece algo que detiene […]
El primer Ford en México.

Imagina el año de 1904: calles de tierra, tranvías que conviven con caballos y de pronto aparece algo que detiene miradas, acelera y no necesita riendas: un Ford Modelo AC, descendiente directo del primer automóvil comercial de Henry Ford. De las 1,500 unidades producidas, una se convirtió en el primer Ford en pisar México. Hoy, este vehículo fue restaurado hasta recobrar su originalidad. Cada madera y fierro cuenta una historia digna de escucharse ¿quieres conocerla?
De acuerdo con los documentos de adquisición, este vehículo fue importado en 1904 por la empresa J.A. Medina y adquirido por el señor Ignacio Carranza. En 1932, Ford de México lo compró por 10 mil dólares. Desde entonces, ha vivido en el corazón de la empresa para recordar el legado que enmarca a la compañía del óvalo azul.
Décadas de cuidado
Este Ford Modelo AC 1904 ha pasado por varias restauraciones, una de las más importantes en los años 70, en el que participaron excolaboradores y grandes líderes como Carlos Alarcón, quien fue gerente de Evaluación de Vehículos en Desarrollo de Producto (PD), y Marcos Pérez, exdirector de la misma área.
La transformación más profunda se realizó recientemente bajo la dirección de Juan Santillán, actual líder de PD, con la participación de Leobardo Hernández y Rafael Hernández, colaboradores del Centro de Ingeniería y aficionados a los vehículos antiguos, en coordinación con clubes y restauradores externos como Héctor Romo de Vivar.
Esta última modificación, que duró casi 13 meses, combinó paciencia, técnica y emoción para volver a ver al Ford Modelo AC tal y como era hace más de un siglo. Regresarlo a su estado original fue un reto particular tomando en cuenta la escasez de partes con más de 100 años de antigüedad.
- Se fabricaron piezas de la carrocería de madera en fresno.
- En el proceso, se encontró el color original y tras una investigación histórica, se aplicaron casi 5 capas del marrón de la época.
- Se reemplazó el volante por uno original de bronce y con “dona” de madera.
- Se restauraron y ajustaron meticulosamente las salpicaderas al chasis, respetando su diseño original independiente.
- Se encontraron y ensamblaron los rines de madera (28×3). Las llantas fueron importadas desde Tennessee. Este paquete fue el último lote de llantas grises sin dibujo, tal y como eran en 1904.
- Se restauró el motor de dos cilindros opuestos, con el switch original y su llave de perno, regresando por completo a su estado original.
- Se consiguió la lámpara trasera de aceite con luz roja y cristal transparente para la placa, que ya era obligatoria en 1904.
Este proyecto requirió mucha investigación y una gran red de contactos. Todo el material revisado, desde la Biblioteca Benson hasta colecciones en Inglaterra y EE.UU., sirvió para hallar piezas clave, como el seguro original de la puerta trasera que tuvo que ser reconstruido en su totalidad.
En el corazón de Ford, la historia no es solo un recuerdo, sino una fuerza viva que impulsa nuestro futuro. En este año de celebración de nuestro centenario en México, un grupo de talentosos ingenieros nos ha regalado un viaje al pasado, honrando nuestro legado con una pasión inigualable y con miras a un futuro más brillante. Es nuestra historia, nuestra pasión, es Ford.
